Saludos cataclísmicos queridos y adorados lectores,
Hoy os traemos algo que cualquier aficionado al hobby sabrá apreciar y que cualquier hijo de Fenris podrá adorar y desear con carácter inmediato.
Imagino que todos vosotros conoceréis el magnífico busto que Joaquín Palacios realizó hace ya algún tiempo llamado Thorunn Frozenfang. Dicho busto fue un regalo para la vista y durante tiempo tuve que luchar contra la bestia consumista interior ante la imperante necesidad de hacerme con uno de ellos.
El tiempo pasó, con periodos de olvido en los que la bestia parecía estar contenida y sometida a mi voluntad. Sin embargo, el destino o quizá los dioses oscuros se guardaban un as bajo la manga.
El tiempo pasó, con periodos de olvido en los que la bestia parecía estar contenida y sometida a mi voluntad. Sin embargo, el destino o quizá los dioses oscuros se guardaban un as bajo la manga.
Así pues, el día 2 de Noviembre mientras navegaba por las peligrosas aguas de Internet, me topé con algo cuya sola presencia hizo que un sudor frío recorriese toda mi espalda sin dar crédito a todo cuantos mis ojos estaban viendo:
Entonces algo en mi interior comenzó golpear contra las paredes del sentido común y a desgarrar mi fuerza de voluntad con la facilidad con la que un filo de energía atraviesa la ceramita. Mi respiración se disparó y una necesidad acuciante ahogó mis sentidos, desbordándolos. Y ya, con la voluntad quebrada, la bestia se hizo con el control. Todo se volvió confuso y atenuado como visto a través de un velo o dentro de una pecera. Para cuando conseguí recobrar el control ya era demasiado tarde.
